viernes, 12 de enero de 2018

El temor vocacional del bibliotecario : las mentiras que nos contamos a nosotros mismos



Julio Alonso Arévalo publicó:"   Ettarh, F. "Vocational awe and librarianship: the lies we tell ourselves." In the Library with the Lead Pipe vol., n. (2018).  URL.: http://www.inthelibrarywiththeleadpipe.org/2018/vocational-awe/ El temor vocacional describe el conjunto de idea"


El temor vocacional del bibliotecario : las mentiras que nos contamos a nosotros mismos

por Julio Alonso Arévalo

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Ettarh, F. "Vocational awe and librarianship: the lies we tell ourselves." In the Library with the Lead Pipe vol., n. (2018).  URL.: http://www.inthelibrarywiththeleadpipe.org/2018/vocational-awe/

El temor vocacional describe el conjunto de ideas, valores y presunciones que los bibliotecarios tienen sobre sí mismos y sobre la profesión cuyo resultado pone de manifiesto nociones como que las bibliotecas como instituciones son intrínsecamente buenas, sagradas, y por lo tanto no cuestionables. El concepto de sobreproteción vocacional se correlaciona directamente con problemas como el agotamiento y el bajo salario. Este artículo pretende describir el fenómeno y sus efectos en las filosofías y prácticas bibliotecarias para que sean reconocidas y deconstruidas.

El 1 de junio, Mike Newell escribió acerca de Chera Kowalski y otros bibliotecarios que administran Naloxone (conocida comúnmente como Narcan) un producto de sustitución progresiva en el tratamiento de desintoxicación de drogadictos en McPherson Square Branch en Filadelfia.  El artículo se volvió viral y fue compartido dieciséis mil veces.  Desde entonces, más bibliotecas han seguido el ejemplo de Filadelfia.  El senador Patrick Maloney de Nueva York introdujo en la ley Life-saving Librarians Act, al Secretary of Health and Human Services la autoridad para proporcionar kits de rescate de Naloxone en las bibliotecas públicas. Para el Senador Malone, y para muchos bibliotecarios, capacitar a los bibliotecarios para que sean literalmente "salvavidas" tiene sentido porque sirve a las necesidades de las comunidades y de la sociedad en su conjunto. Hillary Clinton, en la Conferencia Anual de ALA de Chicago de 2017, elogió el trabajo de Kowalski y también declaró,"... Ustedes son guardianes de la Primera Enmienda y la libertad de leer y hablar. El trabajo que ustedes realizan está en el corazón de una sociedad abierta, inclusiva y diversa, [y] creo que las bibliotecas y la democracia van de la mano."

A primera vista, parece natural que las bibliotecas y los bibliotecarios celebren estas historias. De hecho, estos bibliotecarios están trabajando para salvar los valores democráticos de la sociedad, así como para servir a las necesidades de sus vecinos y comunidades. Sin embargo, cuando la retórica que rodea a la bibliotecología se adorna de un lenguaje vocacional y sagrado en vez de reconocer que la bibliotecología es una profesión o una disciplina, y como institución, histórica y contemporáneamente imperfecta, nos hacemos un flaco favor a nosotros mismos.

El "temor vocacional" se refiere al conjunto de ideas, valores y presunciones que los bibliotecarios tienen acerca de sí mismos y de la profesión que se concretan en creencias de que las bibliotecas como instituciones son inherentemente buenas y sagradas, y por lo tanto están más allá de la crítica. En este artículo, se intenta desmantelar la idea de que la biblioteconomía es una vocación sagrada; por lo tanto, requiere una obediencia absoluta a un conjunto prescrito de reglas y comportamientos, independientemente de cualquier efecto negativo en las vidas de los bibliotecarios. para ello se hace un análsis de las formas en que se manifiesta el temor vocacional. En primer lugar, describe las mitologías institucionales que rodean a las bibliotecas y a los bibliotecarios. En segundo lugar, se desmitifican las mitologías que ponen de relieve el papel que desempeñan las bibliotecas bajo la opresión institucional. Por último, se habla de cómo el temor vocacional afecta negativamente a los bibliotecarios y a la bibliotecología. Desconstruyendo algunos de estos supuestos y valores tan íntegramente entretejidos en el campo, la bibliotecología, la profesión puede evolucionar esperanzadamente hacia un punto de vista que apoye y defienda a las personas que trabajan en bibliotecas tanto como lo hace para otros recursos como pueden ser edificios y recursos físicos.

Primera parte: Los mitos de las bibliotecas y la biblioteconomía. 

 

La bibliotecología como vocación

La palabra "vocación" (del latín vocatio) se define como "llamada" y proviene de la tradición cristiana primitiva, donde se sostuvo que la llamado requería una vida monástica bajo votos de castidad, pobreza y obediencia. De hecho, desde sus primeras instancias bíblicas, una vocación se refiere a la forma de vivir en respuesta a la llamada de Dios. Aunque la palabra se ha utilizado desde entonces en contextos más seculares, eluso de la palabra "vocación" para describir los puntos de vista contemporáneos de la bibliotecología se inclina más hacia su contexto religioso original, especialmente en lo que se refiere al énfasis en la pobreza y la obediencia. Muchos bibliotecarios se refieren al campo de la bibliotecología como una vocación. Sus narrativas de recibir la "llamada" a la bibliotecología a menudo coinciden con la descripción de Martin Luther King de la vocación como la manera en que una persona sirve a Dios y a su prójimo a través de su trabajo en el mundo. Los vínculos entre la biblioteconomía y el servicio religioso no son casualidad. De hecho, los primeros bibliotecarios occidentales eran miembros de órdenes religiosas, que desempeñaban la doble función de copiar y mantener colecciones de libros.

 

La Biblioteca como Lugar Sagrado

El espacio físico de una biblioteca, al igual que su obra, también ha sido visto como un espacio sagrado. Se podría argumentar que es tratado como un santuario, tanto en su significado original (guardián de las cosas y personas sagradas), como en su significado más contemporáneo como refugio. Nuevamente, las bibliotecas originales eran monasterios reales, con pequeñas colecciones de libros ubicados en los coros, nichos y techos. Los cubículos que todavía perviven en muchas bibliotecas hoy en día son descendientes directos de estos lugares religiosos. La palabra "cubículo" originalmente significaba "nicho de trabajo o alcoba" y se refería a un claustro del monasterio donde los monjes leían y escribían. Reflejando su historia conjunta, las iglesias y bibliotecas tenían estructuras arquitectónicas similares. Estos edificios fueron construidos para inspirar admiración o grandeza, y sus materiales fueron tratados con cuidado. Incluso ahora la biblioteca estereotipada se presenta a menudo como un espacio grandioso y silencioso donde la gente puede ser aconsejada para encontrar las respuestas adecuadas. La Biblioteca Bodleiana, una de las bibliotecas más antiguas y grandes de Europa, sigue obligando a los que deseen utilizar la biblioteca a prestar juramento para protegerla: "Por la presente me comprometo a no robar de la Biblioteca, ni marcar, desfigurar o herir de ninguna manera, ningún volumen, documento u otro objeto que le pertenezca o esté bajo su custodia; a no traer a la Biblioteca o encender en ella ningún fuego o llama, y a no fumar en la Biblioteca; y prometo obedecer todas las reglas de la Biblioteca."

Aunque los diseños arquitectónicos contemporáneos de las bibliotecas pueden no evocar los mismos sentimientos de sobrecogimiento que una vez lo hicieron, las bibliotecas continúan funcionando como santuarios en el concepto de ser cocebidas como un lugar seguro. Muchas bibliotecas abren sus espacios a las poblaciones desfavorecidas y desplazadas de la comunidad, como las personas sin hogar o los enfermos mentales. En las protestas y disturbios civiles que siguieron a la muerte por disparos de armas de fuego del adolescente negro desarmado Michael Brown en Ferguson, Missouri, la Biblioteca Pública Municipal de Ferguson (FMPL) se convirtió en una escuela provisional para los niños de la comunidad. Cuando la historia se tornó viral, hubo una avalancha de libros, suministros y almuerzos para los niños. El hashtag #whatlibrariesdo se convirtió en una llamada a la acción y dio lugar a un enorme aumento en las donaciones por PayPal a FMPL. Además, el letrero en la puerta de la biblioteca decía:"En tiempos difíciles, la biblioteca es un oasis tranquilo donde podemos respirar, aprender y pensar qué hacer a continuación". De esta manera, la biblioteca se convierte en un santuario triple, un lugar donde se puede escuchar la "voz tranquila y pequeña", un refugio para las poblaciones desplazadas y una fuente de ayuda humanitaria. Desde Ferguson, se han dado respuestas similares en bibliotecas después de eventos importantes en otras áreas como Charlottesville, Virginia. Y, en el clima sociopolítico actual, gran parte del discurso que rodea a estas bibliotecas las centra en el hecho de ser consideradas "espacios seguros".

 

Bibliotecarios como sacerdotes y salvadores

Si las bibliotecas son espacios sagrados, entonces es lógico que sus trabajadores sean sacerdotes. Como se detalla más arriba, los primeros bibliotecarios eran también sacerdotes y veían su trabajo como un servicio a Dios y a sus semejantes. De los quinientos bibliotecarios encuestados, el noventa y cinco por ciento dijo que la orientación de servicio de la profesión los motivó a convertirse en bibliotecarios. De manera similar, muchos cristianos describen su fe religiosa como "servir a Dios", y para hacerlo se requiere una vida dedicada al servicio. Los cristianos a menudo se refieren a Marcos 10:45 para describir la gravedad de una llamada al servicio:"Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida como rescate por muchos". Teniendo en cuenta su historia conjunta, no debe sorprender que los bibliotecarios, al igual que los monjes y sacerdotes, sean a menudo imaginados tan noblemente empobrecidos que trabajan desinteresadamente por la comunidad y el bien de Dios. Un estudio de bibliotecarios experimentados observó que,"sorprendentemente, para una profesión tan notoriamente mal pagada como la bibliotecaria, ni un solo encuestado mencionó el salario" como un rasgo negativo de la profesión. Como con un "llamado" espiritual, las recompensas por tal servicio no pueden ser una compensación monetaria, sino la absolución espiritual a través de hacer buenas obras para las comunidades y la sociedad.

Si los bibliotecarios son sacerdotes, entonces su tarea principal es educar y salvar. Biven-Tatums señala que las bibliotecas públicas "comenzaron como instrumentos de iluminación, con la esperanza de difundir el conocimiento y la cultura ampliamente a la gente". La asunción dentro de la biblioteconomía es que las bibliotecas proveen la función esencial de crear una población educada e iluminada, lo que a su vez produce una sociedad mejor. Usando esa lógica, los bibliotecarios que hacen un buen trabajo son aquellos que proveen cultura e iluminación a sus comunidades. San Lorenzo, el santo oficial de la Iglesia Católica de bibliotecarios y archiveros, es venerado por ser colgado sobre un fuego de carbón en vez de entregar los archivos de la Iglesia. Hoy en día, los bibliotecarios continúan venerando a los "santos" contemporáneos de la bibliotecología. Un ejemplo es el "Connecticut Four", cuatro bibliotecarios que lucharon contra una orden de mordaza gubernamental cuando los agentes del FBI exigieron registros bibliotecarios bajo la Ley Patriota. Y ahora Kowalski se une a las filas como un "santo" de la biblioteca a través del salvamento literal de vidas con Naloxone. Todos estos bibliotecarios establecen la expectativa de que el cumplimiento de las tareas laborales requiere sacrificio, y sólo a través de ese sacrificio dramático pueden los bibliotecarios lograr algo "más grande que ellos mismos".

 

Segunda parte: Localización de la biblioteca en la opresión institucional

 

No es casualidad que la bibliotecología esté dominada por mujeres blancas. No sólo se asumió que las mujeres blancas tenían las características innatas necesarias para ser trabajadoras bibliotecarias efectivas debido a su verdadera condición de mujeres,  características que incluyen la mentalidad misionera, el servilismo, el altruismo y la superioridad y piedad espiritual, sino que las bibliotecas han sido continuamente "cómplices en la producción y mantenimiento del privilegio de los blancos" Estas bibliotecarias blancas en las bibliotecas públicas durante el cambio de siglo de Estados Unidos participaron en programas selectivos de asimilación y americanización de inmigrantes, proyectos "cuyo propósito era inculcar la blancura de la etnia europea". La bibliotecología, al igual que el sistema de justicia penal y el gobierno, es una institución. Y al igual que otras instituciones, la bibliotecología desempeña un papel en la creación y mantenimiento de valores hegemónicos, así como en la contribución a la cultura de la supremacía blanca. James y Okun definen la cultura de supremacía blanca como las formas en que organizaciones e individuos normalizan, promulgan y refuerzan la supremacía blanca. Las representaciones culturales de las bibliotecas como lugares de libertad (como la libertad de acceso y la libertad intelectual), educación y otros valores democráticos no eluden la cultura de supremacía blanca de las bibliotecas con su disparidad y opresión incorporadas. De hecho, cada valor del que se enorgullece la bibliotecología no está distribuido equitativamente entre la sociedad. La libertad de acceso es posiblemente el valor más importante de la bibliotecología. Se extiende a lo largo de toda la Carta de Derechos de la Biblioteca y se define generalmente como la idea de que todos los recursos de información proporcionados por la biblioteca deben ser distribuidos por igual y ser accesibles equitativamente a todos los usuarios de la biblioteca.

Sin embargo, ha habido grandes excepciones a este ideal. Cuantitativamente, la más significativa de estas excepciones fue la exclusión de millones de afroestadounidenses de las bibliotecas públicas en el sur de Estados Unidos durante los años previos al movimiento por los derechos civiles. La respuesta blanca a los esfuerzos de desegregación en las bibliotecas públicas fue variada. Mientras que algunas bibliotecas se integraron silenciosa y voluntariamente, otras bibliotecas hicieron cumplir la "integración stand-up", quitando todas las mesas y sillas del edificio para minimizar la interacción de las carreras en las áreas de lectura, o cerraron la sucursal por completo. El resultado de estas prácticas segregacionistas en las bibliotecas fue una forma masiva de censura, y esta historia demuestra que el acceso a los materiales a menudo está implicado en sistemas sociales más amplios de (in)igualdad. Esto debería ser válido también para otros valores de la biblioteca.

Como se mencionó anteriormente, cuando la Ley Patriota fue aprobada en 2001, muchos bibliotecarios lucharon contra la entrega de datos personales, y hay mucha historia de activismo bibliotecario en torno a la libertad intelectual. Por ejemplo, la Oficina de Libertad Intelectual de la ALA coordina los esfuerzos de resistencia de la profesión a través de la Fundación Freedom to Read. También hay múltiples mesas redondas y comités centrados en los conflictos locales, estatales, nacionales, nacionales e internacionales sobre la libertad intelectual. Sin embargo, al igual que la libertad de acceso, ha habido excepciones. Y, a medida que las bibliotecas se esfuerzan por justificar su existencia, muchas han recurrido a recopilar grandes cantidades de datos de clientes para demostrar su valía. Además, aunque a menudo se resisten a las intrusiones del gobierno, las bibliotecas también suelen funcionar como un brazo del Estado. Por ejemplo, Lexis-Nexis, una editorial que trabaja con muchas bibliotecas, está participando en un proyecto para ayudar a construir el sistema de investigación de antecedentes de ICE. Es muy probable que este sistema recopile datos de computadoras de uso público y páginas web en bibliotecas públicas, académicas y privadas de todo el país, y determine y evalúe la probabilidad de convertirse en un miembro que contribuya positivamente a la sociedad, o si tienen la intención de cometer actos criminales o terroristas después de entrar a los Estados Unidos. A pesar de que la erosión de la privacidad no se limita a las bibliotecas, otros campos no afirman tener en cuenta las necesidades de información y las consultas de sus electores con la misma intensidad.

 

Tercera parte: El martirio no es una carrera de larga duración

Hasta este momento, podría parecer que creo que los bibliotecarios no deberían estar orgullosos de su importante trabajo. O que los bibliotecarios que aman su trabajo y tienen una pasión por los valores de la biblioteca poseen algún defecto inherente. Esta no es mi intención. Más bien, cuestiono la noción que muchos han tomado como axiomática de que las bibliotecas son intrínsecamente buenas y democráticas, y que los bibliotecarios, en virtud de trabajar en una biblioteca, son responsables de esta "buena" obra. Esto crea la expectativa de que cualquier fallo de las bibliotecas es en gran medida culpa de los individuos que no están a la altura de los ideales de la profesión, en lugar de comprender que la biblioteca como institución está fundamentalmente viciada. a continuación se mencionan las formas primarias en que el temor vocacional afecta negativamente a los bibliotecarios.

Asombro

Ahora hemos descubierto las raíces de la vocación dentro de la biblioteconomía y sus alusiones a la religiosidad y lo sagrado. La metáfora vocacional nos ayuda a entender la causa. Sin embargo, es importante no olvidar el sobrecogimiento, que representa el efecto. Merriam-Webster define el asombro como "una emoción que combina de diversas maneras el temor, la veneración y la maravilla inspirada por la autoridad o por lo sagrado".Como se mencionó anteriormente, las bibliotecas se crearon con el mismo diseño arquitectónico que las iglesias a fin de despertar el temor religioso. No es una sensación reconfortante, sino una sensación de temor y abrumadora. Uno de sus primeros usos fue dentro de la epopeya hindú Mahabarata. El Dios Krishna inspiró admiración en el protagonista Arjuna y le ordenó: Un ejemplo más moderno y secular de temor es la doctrina militar "choque y sobrecogimiento", que se caracteriza como una dominación rápida que se basa en el uso de un poder abrumador y espectaculares despliegues de fuerza para paralizar la percepción del enemigo del campo de batalla y destruir su voluntad de luchar. En ambos casos, el temor es usado como un método para obtener obediencia de la gente en presencia de algo más grande que ellos mismos.

Como parte del asombro vocacional en las bibliotecas, el asombro se manifiesta en respuesta a la biblioteca como lugar e institución. Debido a que los deberes sagrados de libertad, información y servicio son tan trascendentales, el trabajador de la biblioteca se paraliza fácilmente. Ante las grandes misiones de alfabetización y libertad, abogar por una pausa completa para almorzar hace que se sienta mezquino. Y encargado de la responsabilidad de mantener la democracia y la libertad intelectual, tomar un día de vacaciones le hace sentirse vergonzoso. El temor es fácilmente armamentizado contra el trabajador, permitiendo a cualquiera desplegar una prueba de pureza vocacional en la que el trabajador puede ser acusado de no ser devoto o lo suficientemente apasionado como para servir sin queja.

 

Agotamiento

Con la expansión de las tareas laborales y la expectativa de una biblioteconomía "integral", no es sorprendente que el agotamiento sea un fenómeno común dentro de las bibliotecas. Harwell define el agotamiento como la exposición prolongada a los factores estresantes del lugar de trabajo que a menudo agotan la vitalidad y el entusiasmo de un empleado, y a menudo conducen a una menor participación y productividad. El exceso de trabajo no es la única causa del agotamiento. En un estudio de bibliotecarios universitarios, participantes en el estudio dijeron que se ven obligados a regular sus emociones en su trabajo y que a menudo sienten una incongruencia entre las emociones que tienen que mostrar y lo que realmente sienten. Los bibliotecarios que interactúan con el público en forma regular deben interactuar con usuarios poco cooperativos y poco dispuestos, usuarios que desean un trato preferencial, y así sucesivamente. En la memorable frase de Nancy Fried Foster, los usuarios a menudo se acercan al mostrador de consulta en busca de una "mamá bibliotecaria", alguien que puede ofrecer apoyo emocional, tranquilidad, socialidad, respuestas e intervenciones en los momentos de dolor o necesidad. Las expectativas de género de una profesión bibliotecaria que es mayoritariamente femenina pueden ciertamente exacerbar las expectativas de género puestas en las interacciones con los usuarios. Irónicamente, la respuesta institucional al agotamiento es el producto de más "amor y pasión", a través de los impulsos vocacionales señalados anteriormente y la defensa de técnicas como la atención y la biblioteconomía "integral".

 

Subcompensación

"Uno no va a la biblioteca por el dinero "es un dicho común entre los trabajadores de la biblioteca, y la falta de compensación por el trabajo de la biblioteca no es un fenómeno reciente. Un informe de 1929 resumió que "la mejora en estas condiciones todavía no ha llegado a un punto en el que se pueda decir que la bibliotecología recibe el reconocimiento y la compensación adecuados". Y en la encuesta del 2017 Library Journal's Placements and Salaries, los graduados apuntaron abrumadoramente a los temas del subempleo como una fuente de infelicidad, incluyendo salarios bajos; falta de beneficios; tener que conformarse con puestos de medio tiempo, temporales o no profesionales; o tener que juntar dos o tres puestos de medio tiempo para mantenerse a sí mismos. Los sueldos de los bibliotecarios siguen siendo inferiores a los de los empleos comparables en profesiones que requieren cualificaciones y aptitudes similares.

 

Falta de reconocimiento

Este término se refiere a la "lenta y sutil expansión de las tareas laborales" que no es reconocida por los supervisores o la organización. Como se argumenta en este artículo, a menudo se espera que los bibliotecarios antepongan la profesión y sus deberes laborales a sus intereses personales. Y con tales expectativas, el despilfarro laboral puede convertirse en un fenómeno común. El problema falta de reconociminto en el trabajo se manifiesta de múltiples maneras. En primer lugar, lo que los empleados hicieron en un principio de forma voluntaria ya no se considera "extra", sino que simplemente es visto como un desempeño en el puesto de trabajo, lo que lleva a más y más responsabilidades y menos tiempo para cumplirlas. Los empleados que no pueden hacer más de lo que está en la descripción del trabajo, quizás por razones personales o de salud, son vistos como que no hacen ni siquiera lo mínimo, y la gerencia puede llegar a creer que los trabajadores no están comprometidos con la organización, o con su misión, si no hacen tareas adicionales. Volviendo a Chera Kowalski y a todos los demás bibliotecarios que actualmente se están capacitando para administrar y ya administran medicamentos contra las sobredosis, esta expectativa ha llegado a crear un precedente para que el senador Maloney introduzca la Ley de Bibliotecarios Salvadores de Vidas. Estas capacitaciones ya no son más un desarrollo profesional "extra" voluntario; probablemente pronto se convertirán en parte de las responsabilidades esperadas de los bibliotecarios en todo el país.

Añadir tareas como las intervenciones médicas de por vida o la muerte a los ya sobrecargados requisitos laborales es un ejemplo extremo pero muy real. Y con la defensa de la bibliotecología como puramente orientada al servicio y al sacrificio personal, ¿qué puede hacer un bibliotecario que no se sienta capacitado para intervenir? ¿O un bibliotecario que se dedica a, digamos, un valor bibliotecario de la alfabetización de los niños o la libertad de información, pero debido a traumas pasados, no puede hacer frente a la exposición regular a la pérdida de vidas en el trabajo? La bibliotecología como un llamada religiosa respondería que tal bibliotecaria ha fracasado en sus deberes y ha demostrado una falta de pureza requerida de los verdaderamente devotos. Y sin la capacitación adecuada y el apoyo institucional que tienen los trabajadores sociales y otros médicos, se les está pidiendo a los bibliotecarios, a través de este tipo de trabajo poco remunerado, que hagan un trabajo emocional y físico cada vez más peligroso sin las herramientas y el apoyo proporcionado a otras profesiones que tradicionalmente se encargan de estas tareas. Mientras los periódicos, Clinton y bibliotecarios de todo el país celebran a Kowlaski y otras personas como ella, debemos preguntar si esas voces se escucharán para exigir también la terapia y los servicios médicos típicamente necesarios y otras enfermedades comunes de quienes trabajan en condiciones tan severas. ¿Esperamos que esos beneficios se manifiesten, o que los bibliotecarios vuelvan a sufrir silenciosamente las consecuencias de su santa llamada, salvando a la sociedad a expensas de su propio bienestar emocional?

Diversidad cultural

Por la naturaleza misma de ser una institución bibliotecaria, privilegia a aquellos que caen dentro del status quo. Por lo tanto, los bibliotecarios que existen fuera del centro bibliotecario a menudo pueden ver con mayor claridad las disparidades entre los valores propugnados y la realidad del trabajo bibliotecario. Pero debido a que el temor vocacional se rehúsa a reconocer la biblioteca como una institución defectuosa, cuando las personas de color y otros bibliotecarios marginados se expresan, sus cuentas a menudo son descontadas o borradas. Recientemente, Leslie Williams de Evanston, Illinois, ha sido noticia por haber sido despedida de su biblioteca debido a comentarios (sobre sus relatos personales en medios sociales), ilustrando las acciones hipócritas de su biblioteca con respecto a la falta de acceso equitativo a la información. Aunque abogaba por el valor central de la biblioteca del acceso equitativo, similar al de los "Cuatro de Connecticut", sus acciones fueron consideradas poco profesionales.

Como mencioné anteriormente, el sobrecogimiento vocacional se vincula con los fenómenos de despilfarro y subcompensación en la bibliotecología debido a las normas profesionales de los lugares de trabajo orientados al servicio y al sacrificio personal. Pero la creación de normas profesionales en torno al auto-sacrificio y la falta de pago auto-selecciona a aquellos que pueden convertirse en bibliotecarios. Si la expectativa incorporada en los trabajos de biblioteca de nivel inicial incluye experiencia, a menudo voluntaria, en una biblioteca, entonces hay barreras de clase incorporadas en la profesión. Aquellos que no pueden trabajar gratis debido a la inestabilidad financiera se ven obligados a tomar préstamos para cubrir los gastos acumulados o cambiar de carrera por completo. Los bibliotecarios con muchas responsabilidades familiares no pueden trabajar largas noches y fines de semana. Los bibliotecarios con discapacidades son incapaces de hacer de la bibliotecología una carrera completa.

Conclusiones

Teniendo en cuenta la historia conjunta de la bibliotecología y la fe, no es sorprendente que muchos de los discursos que rodean a los bibliotecarios y sus deberes laborales tengan muchos matices religiosos. A través del lenguaje del asombro vocacional, las bibliotecas han sido colocadas como una autoridad superior y el trabajo al servicio de las bibliotecas como un deber sagrado. El asombro vocacional se ha desarrollado junto con la biblioteconomía de Saint Lawrence a Chera Kowalski. Está tan saturado dentro de la bibliotecología que personas como Nancy Kalikow Maxwell pueden escribir un libro, Sacred Stacks: The Higher Purpose of Libraries and Librarianship, no sólo detallando las conexiones entre la biblioteconomía y la fe, sino concluyendo el libro aconsejando a los bibliotecarios que fomenten la imagen religiosa que se les ha conferido. Los ideales de la biblioteconomía no son innobles, y tener un apego emocional al trabajo que uno hace no es negativo en sí mismo, y a menudo es una meta valorada en la mayoría de las carreras. Lo que he tratado de hacer con este artículo es ilustrar la historia y exponer los fundamentos problemáticos. Debido a que el temor vocacional es tan endémico y está tan conectado a tantos aspectos de la bibliotecología, el término le da al campo una manera de nombrar y exponer estas cosas que son tan amorfas que pueden ser explicadas o culpables, muy parecidas a las microagresiones. Y, a través del poder de nombrar, puede proporcionar un escudo que los bibliotecarios puedan usar para protegerse a sí mismos.

El problema con el temor vocacional es que la eficacia del trabajo de uno está directamente ligada a su cantidad de pasión (o falta de ella), en lugar de cumplir con las obligaciones laborales básicas. Si el lenguaje alrededor de ser un buen bibliotecario está directamente ligado a la lucha, al sacrificio y a la obediencia, entonces cuanto más se lucha por su trabajo, más "santo" se vuelve ese trabajo (y esa institución). Por lo tanto, será menos probable que las personas se sientan capacitadas, o incluso capaces, de luchar por un espacio de trabajo más saludable. Un lugar de trabajo saludable es aquel en el que trabajar las veinticuatro horas del día no se considera un requisito, y en el que uno es suficientemente compensado por el trabajo realizado, y no un lugar de trabajo en el que "se da por sentado que el trabajador es un engranaje de la maquinaria"."

Las bibliotecas son sólo edificios. Es la gente que hace el trabajo. Y necesitamos tratar bien a esta gente. No puedes comer con pasión. No puedes pagar el alquiler con pasión. La pasión, la devoción y el temor no son fuentes sostenibles de ingresos. La historia de San Lorenzo puede ser noble, pero el martirio no es una carrera de larga duración. Y si todos los bibliotecarios siguen sus pasos, la bibliotecología dejará de existir. Podrías salvar una vida cuando sales a almorzar, pero mereces el apoyo emocional que sin duda necesitarás como resultado de ese evento traumático. Usted puede impresionar a su supervisor trabajando tarde, pero ¿vendrá ese supervisor a esperar que continuamente descuida las necesidades de su propia familia en el servicio de los usuarios de la biblioteca? El propósito de la biblioteca puede ser servir, pero ¿ese propósito es tan sagrado cuando no sirve a aquellos que trabajan dentro de sus paredes todos los días? Necesitamos continuar haciendo estas preguntas, demandando respuestas, y dejar de usar el temor vocacional como la única manera de ser bibliotecario.

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